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MEMÍN PINGUÍN


Memín Pinguín en el diván del sicoanalista

¿Qué busca el público en las historietas de Yolanda Vargas Dulché?

El sicólogo Luis Valles, especialista en sicología educativa, hacía el siguiente análisis de Memín Pinguín:

"La revista tiene éxito porque es cursi, sentimentaloide, y porque satisface todos los complejos de gente inmadura.

"Es tan dominante el tema de la fijación materna, que ésta aparece aún en los nuevos personajes. Cuando Memín se pierde en Nueva York, en una de sus aventuras más recientes, encuentra a un grupo de muchachos puertorriqueños y hace amistad con uno de ellos. El chico, que se llama Ramón, le cuenta: --Después de la muerte de mi madre, mi papá se quiso ir a otro de los estados dizque a trabajar, pero no lo seguí... Quise quedarme en donde enterré a mi mamacita.

"Afirmaciones como la anterior, actitudes como la de Memín hacia su madre, son veneno para el niño: pueden convertir al pequeño en un ser dependiente de su progenitora, incapaz de madurar y que por supuesto, cuando sea mayor, continuará leyendo Memín Pinguín. Lo único que buscará en sus páginas serán satisfacciones para su complejo de Edipo."

La autora tiene una opinión muy distinta. –Los adultos leen Memín Pinguín porque les recuerda su infancia, porque Memín está íntimamente ligado a su "Ma’linda". Todo mundo querría tener a su "Ma’linda", vivir junto a ella, rodearla de amor. Los niños reclaman la historieta porque se identifican con Memín, porque viven sus aventuras, porque encuentran otros personajes tiernos y simpáticos.

Los amigos de Memín son:

Ernestillo, hijo de un carpintero viudo.

Carlos, hijo de una divorciada.

Ricardo, el único de los 4 chiquillos que tiene padre y madre, niño rico y presumido que sin embargo quiere mucho a sus compañeros.

Memín llegó a ser muy popular en México. En algunos carnavales desfilaron carros alegóricos con su figura y en temporada navideña se rompían piñatas en forma de Memín. Su creadora, Yolanda Vargas Dulché, esposa de Guillermo de la Parra, director de la editorial que publica la historia.

Memín nació como personaje nuevo. Desde 1947 los editores del antiguo Pepín pidieron a Yolanda Vargas Dulché una historieta para niños. La escritora acababa de regresar de La Habana, donde había trabajado como cantante de radio, y estaba facinada por los niños negros. Por eso incluyó a un negrito en su historieta y, después de desechar nombre tras nombre, decidió llamarlo Memín Pinguín, tal como apodaban a Guillermo de la Parra, quien entonces era su novio. Lo de Pinguín venía por "pingo", una forma de decir diablo o demonio, alguien sumamente travieso.

Dentro del Pepín, Memín Pinguín tuvo un éxito extraordinario. Durante poco más de un año apareció todos los días. Después la escritora se cansó, se dedicó a trabajar en asuntos nuevos. Durante 17 años el pobre negrito quedó en el olvido. Hasta que, en febrero de 1964, Memín reapareció en su propia revista semanal.

Yolanda Vargas Dulché se casó con Guillermo de la Parra. Durante varios años, ambos escribieron historietas para diversos editores. Un día se armaron de valor y fundaron la Editorial Argumentos, S. A. Después de superar dos quiebras se afianzaron con la revista Ayúdeme, doctora Corazón. Las cosas marcharon mejor y decidieron probar suerte con la reaparición de Memín.

El personaje no había perdido en 17 años su facilidad para conquistar lectores y, a los tres meses de publicado el primer número con un tiraje de 30,000 ejemplares, la revista alcanzó una circulación semanal de 100,000 ejemplares. Se había planeado una fiesta para cuando Memín alcanzara esa cifra, pero mientras la organizaban, la revista dobló su circulación.

Memín continuó firme en su curva ascendente, lo cual no es fácil ya que cualquier cosa que disguste al público se traduce de inmediato en una baja de circulación. En sus páginas no se puede hablar de asesinatos. La simple mención de un divorcio atraía cientos de cartas de protesta firmadas por padres de familia que deseaban mantener inocentes a sus hijos.

En una de sus aventuras, cuando Memín se disponía a hacer su primera comunión tropezó con un niño malo: éste le decía que no tenía caso que la hiciera, que los negros se condenan siempre, que por eso no hay angelitos negros. Convencido, Memín se dedicó a hacer maldades: atar latas a la cola de los perros, quitar dulces a otros niños, decir mentiras, etc. En este punto de la historia, en algunos pueblos –principalmente de Jalisco y Guanajuato--, hubo sacerdotes que predicaron en contra de la revista. La circulación bajó de inmediato y Memín apresuró su primera comunión para recuperar su nivel. Pero en cuanto se dedicó al catecismo, hubo protestas de no católicos y la baja de circulación fue casi tan sensible como en la ocasión anterior.

Otro motivo de indignación de los lectores es la muerte de algún personaje simpático. Cuando murió Trifón Godínez, un niño gordo y bonachón a quien Memín convertía siempre en víctima de sus travesuras, mucha gente dejó de comprar la revista durante semanas enteras. Desde entonces la autora procura no "matar" a ningún personaje.

Todos los esfuerzos para encontrar otro argumentista para Memín Pinguín fracasaron.

 

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